Ministerio Centro de Evangelismo " Cuerpo de Cristo"

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domingo, 5 de febrero de 2012

“El premio aún no reclamado”



Pero ellos no quisieron escuchar, sino que volvieron la espalda y se taparon los oídos para no oír. Zacarías 7:11
Cada tanto le digo a mi esposa Pam que sería lindo ganarnos 50 millones de dólares en la lotería, como le sucedió a una persona en Canadá. Pero entonces Pam me dice que, para siquiera tener la chance de ganar la lotería, primero tenemos que comprar un ticket. Por alguna razón siempre me incomodo cuando mi esposa tiene razón. Aún así, supongo que no hay mucha diferencia entre no comprar un ticket de la lotería, y no saber que uno tiene el ticket ganador, ¿no? Porque ignorancia es la razón por la cual, aparentemente, el ganador de los $50 millones de la lotería de Canadá aún no ha aparecido.
Es cierto que existe la posibilidad que el ganador esté consultando a un abogado sobre qué hacer, o renunciando a su trabajo, o planificando su mudanza a Tahití. Como también es cierto que existe la posibilidad que ni sepa que tiene el ticket ganador en su billetera o cartera… o que lo tiró a la basura sin saber que había ganado. Sería terrible, ¿no es cierto? ¿Tirar $50.000.000 de dólares a la basura? Eso me lleva al tema de esta devoción. Gracias a la sangre derramada en la cruz por el Salvador y a su resurrección de la muerte, quienes creemos en Jesucristo recibimos el perdón de nuestros pecados y la seguridad de la vida eterna.  En otras palabras: somos ganadores. Y tan grande es el premio que el Señor nos ha dado, que nuestras riquezas hacen que el ganador de la lotería no sea más que un pobretón.
En contraste con nosotros hay otras personas que deberían ser ganadoras, pero no lo son. Al igual que el ganador de la lotería de Canadá, tienen dos posibilidades:
  1. La primera posibilidad es que no hay oído, no saben que Jesús entregó la vida por su salvación. Estas personas viven en la ignorancia.
  2. La segunda posibilidad es que, si bien han oído, están tan ocupados haciendo otras cosas, que no le dan importancia ahora… dejan el tema de la fe para más adelante, cuando tengan tiempo.
Poca diferencia hace si una persona no es salva por ignorancia o indiferencia. El resultado es el mismo. Ambas deberían haber sido ganadoras, pero no lo son. Es por ello que, quienes hemos sido bendecidos con la fe y la certeza de la vida eterna, debemos aprovechar cada oportunidad que tenemos para dar a conocer a Jesús a los demás. ¿Cómo? Contándoles todas las bendiciones que recibimos por tener a Jesús como Señor y Salvador de nuestra vida.
ORACIÓN: Señor, reconozco que por mí mismo soy un fracaso, un pecador perdido. Pero por fe en mi Salvador Jesús he sido perdonado y recibido la vida eterna. Te pido que me ayudes a compartir todo lo que soy y tengo en ti, con quienes aún no te conocen. En el nombre de Jesús. Amén.

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