2 de Tomoteo 4:7
¿Te
gustaría que el Señor Jesucristo regresara ahora mismo? ¿Tienes
un deseo ferviente en ver a tu Salvador precioso cara a cara, y ver a tu
"Rey
en su hermosura" (Isaías 33:17)? Oh, ¡cómo deben
de estár nuestros ojos hacia al cielo, y nuestros corazones prorrumpiendo
con anticipación para ver Aquél, quién es "todo
codiciable" (Cantares 5:16). ¡Aleluya!
Pero, ¡ay! quizas no estamos tan entusiasmados para verlo. Puede
ser que hay pecado en nuestras vidas que nos causa mucha culpa que nos
da miedo de Él; o quizas somos como aquél "que anda en
tinieblas, y carece de luz" (Isaías 50:10) que no podemos ver
las promesas maravillosas de la certeza que Él nos recibe en Su
presencia con regocijo. Sea lo que sea la razón, vamos por la gracia
de Dios, hacer algo acercas de ello, para que seamos como aquellos "que
aman su venida".
En hecho, hay mucho de animarnos para hacerlo. Pablo nos recuerda que "estar con Cristo...es mucho mejor" (Filipenses 1:23); y luego, lo que es cierto para el Señor Jesús, es también verdad para Su pueblo, como dice el Salmo 16: "Hartura de alegrías hay con tu rostro; deleites en tu diestra para siempre" (v.11). Además, "porque nuestra vivienda (ciudadanía) es en los cielos", debemos de estar mirando hacia allá, porque de allá "esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de nustra bajeza, para ser semejante al cuerpo de su gloria" (Filipenses 3:20,21); y aunque "aun no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él apareciere, seremos semejantes á él, porque le veremos como él es" (1 Juan 3:2). Otra vez, ¡Aleluya!
Si, tenemos "una herencia incorruptible, y que no puede contaminarse, ni marchitarse, reservada en los cielos para nosostros..." (1 Pedro 1:4,5), y somos "herederos de Dios, y coherederos de Cristo" (Romanos 8:17); pero sobre todo eso, es que donde Él está, también estaremos con Él (Juan 14:3). Oh, ¡que puedamos decir con el apóstol Juan: "Amén, sea así. Ven, Señor Jesús" (Apocalipsis 22:20)! Amén.
En hecho, hay mucho de animarnos para hacerlo. Pablo nos recuerda que "estar con Cristo...es mucho mejor" (Filipenses 1:23); y luego, lo que es cierto para el Señor Jesús, es también verdad para Su pueblo, como dice el Salmo 16: "Hartura de alegrías hay con tu rostro; deleites en tu diestra para siempre" (v.11). Además, "porque nuestra vivienda (ciudadanía) es en los cielos", debemos de estar mirando hacia allá, porque de allá "esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de nustra bajeza, para ser semejante al cuerpo de su gloria" (Filipenses 3:20,21); y aunque "aun no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él apareciere, seremos semejantes á él, porque le veremos como él es" (1 Juan 3:2). Otra vez, ¡Aleluya!
Si, tenemos "una herencia incorruptible, y que no puede contaminarse, ni marchitarse, reservada en los cielos para nosostros..." (1 Pedro 1:4,5), y somos "herederos de Dios, y coherederos de Cristo" (Romanos 8:17); pero sobre todo eso, es que donde Él está, también estaremos con Él (Juan 14:3). Oh, ¡que puedamos decir con el apóstol Juan: "Amén, sea así. Ven, Señor Jesús" (Apocalipsis 22:20)! Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario