Ministerio Centro de Evangelismo " Cuerpo de Cristo"

Ministerio Centro de Evangelismo

domingo, 1 de septiembre de 2013

UN AMOR SACRIFICADOR E INEFABLE

"Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, más vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí".
Romanos 2:20
 
 Ministerio de Evangelismo Cuerpo de Cristo

Sabemos que el amor de Dios es sin medida porque es ETERNO, así como Él mismo es: Aquél quien es Dios desde el siglo y hasta el siglo” (Salmo 90:2) puede decir á cada uno de los de Su pueblo: “Con amor eterno te he amado” (Jeremías 31:3); y así que tenemos la seguridad que nada en toda la creación “nos podrá apartar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 8:39). Pero, ¿saben lo que hace el amor de Dios más allá de medida para mí? No es sólo que Él me amó desde la eternidad, pero que Él me amó tantísimo, ¡que estaba dispuesto para venir del cielo y hacerse hombre para darse á sí mismo como Sacrificio por mis pecados! ¡La maravilla de todo ello es que aún consideró de hacerlo por mí! Oh, toda alabanza y gloria sea para Él por amarme, aún aunque soy tan desamable; y acciones de gracias en abundancia por darse á sí mismo para morir en la Cruz por mis pecados cuando tenía toda razón por no hacerlo, otro que la grandeza de Su amor para mí. ¿No dirías tú también que esto es verdad de ti, mi amado hermano e hermana en Cristo? ¡Qué prueba más grande puede uno dar al quien ama, si no es estar dispuesto de entregar todo por el quien es amado! Aquí vemos, en nuestro texto, la grandeza del amor del Señor Jesús para uno de los de Él. Pero, oh, ¡la maravilla de ello es que no es sólo un amor abstracto! No, es concreto, es experiencial, y es práctico.
Una tarde que estaba orando, fue impresionado sobre mi corazón y pensamiento la terribilidad de mi vida pecaminosa. En confesar mis pecados, fui recordado que cuando el Señor Jesús murió en la Cruz del Calvario, Él “mismo llevó (mis) pecados en su cuerpo sobre el madero” (1 Pedro 2:24). Entonces en recordar mis pecados, las lágrimas corrieron de mis ojos, al ver toda mi inmundicia y depravación puesto sobre el cuerpo de mi precioso Salvador para que yo pudiera ser perdonado de todos mis pecados. Pero también recordé, que el Padre quien “muy limpio (es) de ojos para ver el mal, ni puede ver el agravio” (Habacuc 1:13), cuando vio mis pecados sobre Su Hijo amado en la Cruz, en vez de hacer conmigo “conforme á (mis) iniquidades”, y de pagarme “conforme á (mis) pecados” (Salmo 103:10), Él le dio Su espalda á Su Hijo, causándole en exclamar, “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado” (Mateo 27:46)? Y, ¿por qué? Porque Él “me amó, y se entregó á sí mismo por mí”. Oh, mi Señor, ¡qué este recuerdo haga mi corazón tierno á las cosas de Dios; y de ser lleno con amor para que yo te ame, porque Tú me amaste primero! Amén. ¡Gloria a Dios! ¡Gloria a Dios! ¡Gloria a Dios!

No hay comentarios:

Publicar un comentario